XXXI – Micah P. Hinson

No hay por qué reservarlo más, ya es hora de sacarlo de mi escondite, en ese donde guardo cosas que para mí son especiales y que, por eso mismo, me cuesta más compartir. Si las conoces por otro lado, por tu cuenta, bien, pero a mí no me sale enseñártelas con tanta facilidad, porque quiero seguir sintiéndome especial, quizá solo (solo de soledad), escuchándolas o viéndolas. En ese estado, en ese vórtice espacio tiempo aislado de mis contornos es donde se encontraría Micah P. Hinson. Y no es que no sea conocido, no es eso, lo es, lo ha sido, y cada vez lo es más. Y tampoco voy contra ello, es sólo que a mí me gusta seguir escuchando las cosas, disfrutándolas, muchas veces sin que los demás lo sepan. Admito que cuando algo se vuelve demasiado comercial, suele perder atractivo para mí, pero también admito que esa comercialidad, suele desembocar casi siempre en un cambio de estilo y en una odiosamente frecuenta caída en la superficialidad. Espero que con este Dylan moderno no sea así.

Dylan moderno por su música, entre lo folk y lo pop, por su aspecto, entre lo folk,lo pop y lo tejano, aunque él sea de Memphis, y por su vida, entre lo folk y lo literario.

No ha tenido una vida fácil, o mejor dicho, él mismo no se ha puesto las cosas demasiado fáciles y eso se ve en su música y en sus letras. Cuando lo conocí, aparte de música, eso fue lo que me atrajo más de él, ese periodo de perdición en su vida, comprobar que la melancolía que destilan algunas de sus canciones, tenía una razón de ser clara, que el tío sabía lo que sentía  cuando componía. Creo que la primera vez que escuché algo fue en un bar en una de mis visitas a los Estados Juntitos de América. Y digo creo, porque llevaba una cogorza importante y, creo, recordar que le pregunté al pincha el nombre de la canción. Ya veréis, por el tono de sus canciones, que el garito no era el más animado del mundo, era más bien un sitio típico, en un barrio de Phily muy, no sabría cómo definirlo, muy especial, muy al este, distinto un poco al resto de la ciudad. Un barrio muy americano, pero al mismo tiempo muy poco americano. Un barrio con bastantes garitos de esos medio restaurante, medio bar de noche, con bastante música en directo, donde todos los que están detrás de la barra llevan una barba poblada, pero arreglada, y un aspecto igualmente desaliñado, pero perfectamente estudiado, con sus camisas de cuadros, sus raídos pantalones vaqueros ajustados y las consabidas gafas de pasta. Sólo estuve allí dos veces, una comiendo, en un sitio todo de madera que olía a viejuno por todos lados, pero con un ambiente genial y una cerveza destilado en el mismo sitio, aún mejor. La verdad es que allí suelen decir que esas cervezas son una mierda, pero a mí me moló, era una cerveza demasiado dura quizá, un “ale” que dirían los británicos, de color oscuro y sabor algo afrutado, con buena graduación alcohólica. El otro bar en el que estuve, esta vez de noche, y donde, como he dicho, escuché por primera vez al señor Hinson, estaba aún más metido en este barrio de Northern Liberties y era, en apariencia, más un casa, una vivienda, que un bar. Lo único que te hacía pensar que era un bar, era la barra que habían colocado a un lado del salón principal y lo poco equipada que estaba la cocina. Sé que esa era la impresión que querían dar, pero no puedes dejar de sorprenderte. La música no estuvo nada mal en toda la noche, salvo por el volumen, siempre demasiado bajo, y por la persistencia de la gente de la barra, que eran quien ponía los discos, en mantenernos en un perenne, pero inerme, estado de suave melancolía. Vamos que, para las dos de la mañana, cuando ya llevabas unas tres horas bebiendo, iba haciendo falta un poco más de marcha, y no la hubo, al contrario, la impresión era que la música iba cayendo en estilos y músicos cada vez más aletargantes según se acercaba la hora de cierre. Con deciros que acabaron con una canción de Sparklehorse, un grupo “Shoegazer” que deberá ocupar otra de nuestras pajas, podéis imaginaros el tono de las últimas horas. Con todo esto no quiero decir que no estuviera bien la noche, estuvo muy bien, muy tranquila, pero muy bien, una de las grandes cosas en los Estados Unidos es que no te sientes extraño prácticamente en ningún sitio, sea cual sea tu pinta, y aunque allí todos parecieran llevar su uniforme de camisa cuadriculada, vaqueros estrechos y gafapastismo barberil, te sentías como en casa, como en su casa; justo lo que buscaban con la decoración. Creo que el nombre del bar tenía algo que ver con eso, pero no me atrevo a aventurarme a dar un nombre, acabé bastante borracho, es lo que tiene estar a gusto, cinco horas sentado en un cómodo sofá con la bebida muy a mano y algún que otro porro circulando.

Lo de Hinson llegó casi al final, curiosamente no fue una de sus canciones más conocidas la que pusieron, es más, luego, tiempo más tarde, la localicé en un disco que yo tenía entendido que era posterior a la fecha en que la escuché; algo que compuso años antes, metido en alguna maqueta o sencillo  y que no incluyó en un disco hasta pasado el tiempo, supongo. Eso, o juego cuántico que me hizo escuchar una canción antes de ser compuesta. Desde luego, si podía existir un sitio que se rigiera por reglas por debajo de la longitud de Planck, ese sería sin duda ese bar casa discoteca depresiva en la que estuvimos ese fin de semana. Drift off to Sleep se llamaba la canción, y lo dicho, es muy tranqui, como muchas de las canciones de Micah P., pero no por ello menos genial. Me atrajo por el toque ese que os decía, entre la melancolía y la depresión, pero también por la voz, a veces ininteligible, y su acento sureño, que está claro, no capté al principio. Creo que todo él, no su acento, tiene unas influencias sureñas muy claras, y que su voz y su acento, sin duda las refuerzan. Lo mismo saca su banjo y se pone folk, que saca su guitarra eléctrica y cuatro músicos y se pone popero. y eso le da un carácter muy especial, porque a pesar de cambiar de estilo y de registro con facilidad, siempre mantiene una música y un espíritu similar en todas las canciones. Por no hablar de sus letras… Letras que hablan de jóvenes perdedores, o perdidos, pero nunca fracasados, de amores buenos, pero rotos, de amores nocivos  que todo lo contaminan y de viajes, no sólo físicos, partidas y huídas de uno mismo y de todo. Os recomiendo que intentéis sacarles jugo a las letras, porque lo tienen; tiene mucha poesía este Micah, aunque no lo parezca.

Ha sacado ya varios discos y es muy conocido en los círculos poperos.  En casi todos los discos cambia de formación musical, de ahí que el nombre de los discos sea normalmente Micah P. Hinson and… Me gustan todos, aunque quizá los más conozca sean Micah P. Hinson & The Gospel of Progress y Micha P. Hinson & The Pioneers Sabotage. Canciones con su archiconocida Beneath the Rose, On my Way, Take for that Dress for Me o The Strinking Before the Storm, son una buena piedra de toque para comenzar con este tejano de adopción tan particular. Su primer disco, hasta hace bien poco, poco conocido, The Baby & the Satelite, también está muy bien, más auténtico, con men os arreglos, un sonido más puto, más roto también. Es en este dónde está esa canción que os digo, Drift off to Sleep, que fue la primera que le escuché y por ejemplo, The Dreams you Left Behind. Del resto no puedo hablar mucho, salvo por alguna canción suelta que he escuchado y que, sin embargo, me han parecido enormes: A Dream of Her,  The Life, Living, Dying And Death Of One Certain & Peculiar L.J. Nichols… Ahí os dejo el video de una de ellas, para que lo disfrutéis en vivo… When we embraced.