Islandia is different. Y tanto, oiga. Es lo que tiene ser pocos, vivir tan lejos y en un lugar tan remoto e inaccesible. Te vuelves especial. Te desarrollas con el punto justo de aislamiento. A menos gente, las cosas siempre se pueden hacer mejor. Por eso son un ejemplo de civismo y convivencia. Y no solo de eso, también son un ejemplo haciendo música. Sobre todo, porque lo hacen de una forma especial. Empezando por Bjork, reina de los especialitos, pero siguiendo por otros como quien nos ocupa hoy: Ólafur Arnalds.

Islandés, obviamente, y músico ecléctico. Que no os engañe su pinta o su estilo musical, aquí el amigo empezó con la batería en grupos de Metal, como buen nórdico. Colaboró con otros bandas más duras todavía, haciendo arreglos y componiendo piezas para ellos, antes de lanzarse como solista. Y como solista, pues un cambio, como veréis.

Yo conocí a este personaje con pinta de blandito a través de la serie Broadchurch, que os recomiendo, sobre todo por sus actores protagonistas , David Tennant, ex Doctor Who, entre muchas otras cosas, y la enorme Olivia Colman, capaz de hacer cualquier cosa, sobre todo hacerte reír, y que ganó el Óscar a mejor actriz el año pasado, por cierto. Pero es que la banda sonora de la serie es también una maravilla, gracias a Ólafur y esa manera tan especial que tiene de jugar con el silencio; luego me explico. Pero antes:

Decía que sabe jugar muy bien con el silencio. Su música me produce siempre una sensación muy particular. Perdón, sensaciones muy particulares. Algunas más básicas, como es el recogimiento, cierto toque hogareño, de chimenea y manta mientras fuera el día se oscurece y la nieve cae rendida, a plomo, sobre una campo ya empantanado de blancos. También tiene algo de sacro, como de iglesia o recinto sagrado, un sentimiento de paz o calma más allá del mero descanso, es casi un ejercicio meditativo. Pero hay algo más. Hay algo oculto, como si en realidad, jugará a levantar sonidos del silencio. Siempre hay una línea musical, armónica surcando sus canciones. No hay mucho silencio, quiero decir, pero al mismo tiempo, lo hay. Todo es un poco silencio. Es como si se aliara con el silencio para sacarle cierta sonoridad, pero sin levantarlo del todo. Sé que no me explico bien, al fin y al cabo, no es más que una sensación personal, no del todo física, más bien todo lo contrario. Y aun así, creo que es real. Por eso digo que juega con el silencio, porque más que romperlo, lo moldea a su antojo para crear esa música tan del norte oculto, de los volcanes nevados, de las playas negras y los solos de medianoche. No sé si habéis visto algo de la serie Vikingos, pero me parece una música muy de Floki.

Sí. Sé que no es una música para todos los momentos. Es más, creo que es una música para unos momentos muy concretos. A mí me ayuda mucho para escribir. Te relaja, te hace profundizar en las emociones, te pone en un estado que está cerca de ese espacio intercostal entre el sueño y la vigilia, tan propicio para todo trabajo creativo. Y el tío sigue produciendo a toda marcha. Hace muchas colaboraciones, no solo con músicos y cantantes, también con poetas, bandas sonoras, como decía. Un tío prolífico, vaya.

Y cuando se juntan dos islandeses, islandés e islandesa, surgen cosas así de especiales. No me digáis que no hay algo de rasgarse la piel, de abrirse en canal, pero para bien, para el calor, en esta canción. Nana Bryndís Hilmarsdóttir, la que canta, tiene también su grupo, Of Monster and Men, más indie, algo folk; solo por su voz, merece la pena darle una pasada.

Es otro tipo de músico. No he llegado a verle en directo. Lo más que le he visto ha sido en un “DJ Set” de esos, y que sí, que vale, que era su música, pero no es lo mismo. Ni mucho menos. Las últimas entradas me las comí con patatas porque me pilló fuera y no se las pude encajar a nadie, ¡ni gratis! Y eso que el ambiente que tiene que crear este hombre en directo, si saca el piano y demás instrumentos, los analógicos y los que no, debe molar mucho. Y no todo es así, oscurillo, muy del círculo polar, hay un poco de todo, aunque tenga una línea común.

De sus discos, la verdad es que molan todos. Los he escuchado todos, al menos, una vez, aunque fuera de pasada, pero me quedo sin duda con cuatro de ellos: Island Songs, Living Room Songs, … And They Have Escaped the Weigth of Darkness, y su primero, Eulogy for Evolution.

Espero que os haya gustado la paja, y que os guste este hombre del norte extremo. Volveremos con más, pronto, no tengo dudas. Ya no.